Montevideo, agosto de 1986
Aflo I. N® 10 - N$ 60
■ ' ■ ' jJ-.
¿Quién se atreve a decir
que no nos concierne?
Sumario
"MADRE DE MUCHOS HIJOS NO PARIDOS POR ELLA"
Elena Quinteros . 2
MUJER Y DERECHOS HUMANOS EN AMERICA LATINA . 4y5
LOS DERECHOS DE LA MUJER
Fany Puyeski. ^
ANTICONCEPTIVOS: LOS METODOS DE BARRERA . 6
USTEDES ME PIDIERON QUE HABLARA DE MATERNIDAD
Sara Méndez.
E n Uruguay, como en tantos
países, empezamos a hablar
de los derechos humanos en
momentos y circunstancias en que
la vida estaba amenazada. No sólo
su conservación se puso en juego,
también su calidad: defenderla de
la muerte, de la miseria y del miedo
nos convocó. Como mujeres, tal vez
la única experiencia con la que con¬
tábamos era aquella, secular, que
nos había marcado como reino el
de la familia, la responsabilidad de
la casa y los hijos. Así la amenaza
de la vida, no exigió de nosotras
grandes elaboraciones para actuar
en su defensa. Vencer el miedo,
romper el aislamiento, crear formas
nuevas de resistencia marcó el
accionar de nuestras mujeres.
Ensayamos recursos que enfren¬
taron el riesgo y nuestro propio te¬
mor, porque teníamos cosas que
decir y hacer. Miles de mujeres se
sintieron madres de todos los perse¬
guidos, se indignaron contra la vio¬
lencia y de su propia experiencia de
marginación crecieron como un so¬
lo ser en las mil formas pequeñas y
cotidianas de ejercer la solidaridad
y defender la vida.
Muchas veces, en esos años de te¬
rror, pensamos y sentimos que ha¬
bía surgido una nueva protagonista
en el acontecer social y político de
nuestro pais, la mujer, que convo¬
cada a enfrentar el dolor, el miedo y
el terror, comenzaba a aportar su
capacidad de amor para la cons¬
trucción de un mundo diferente. La
defensa de los derechos humanos
estuvo en el centro de esta lucha.
Poco a poco estos derechos se
sintetizaron en algunas consignas
que unieron a todo un pueblo que
las reclamaba.
C ONQUISTADOS los derechos
colectivos más imperiosos, se
volvió difícil avanzar, el dolor
que hasta entonces era uno y de
todos, pareció restringirse.
Nuestros puntos de partida, los
análisis más sencillos y las exigen¬
cias más concretas, parecían esca¬
parse de las manos. Polémicas, dis¬
cursos, teorías jurídicas y políticas
se levantaron como muros podero¬
sos ante las más simples y humanas
certezas. Algo ha cambiado. Entre
nuestra experiencia vital como mu¬
jeres. sedimentada en una historia
nunca escrita pero vivida, y el que¬
hacer actual, se ha interpuesto una
barrera ideolé)gica.
Una voluntad de convertir los de¬
rechos a la paz y a la dignidad hu¬
mana en algo superpolitizadoy fue¬
ra de nuestro alcance. Una volun¬
tad que quiere convertir la lucha
por los derechos humanos en algo
ajeno a nuestro presente y a nuestro
futuro, en un tema del pasado, para
ser resuelto sin nuestra presencia.
Mientras tanto hay madres y abue¬
las que siguen buscando a sus hijos
y nietos. ¿Quién se atreve a decir que
no nos concierne? Sumisas, oprimi¬
das y postergadas, las mujeres co¬
nocemos de siglos la violencia déla
sociedad y queremos tomar la pala¬
bra para crear una nueva conviven¬
cia humana basada en la solidari¬
dad.
El lenguaje de la guerra no nos
pertenece y tampoco el de las **razo-
nes de estado’^ que quieren arguirse
contra los derechos que defendemos.
Los derechos humanos, la justi¬
cia. y esa dimensión tremendamen¬
te fuerte de defender la vida de to¬
dos y cada uno, sigue estando en el
centro de nuestra lucha como mu¬
jeres. Deberemos pues pronunciar¬
nos con la misma fuerza y tan di¬
rectamente como ayer. Tenemos
que recuperar la palabra que des¬
cubra el quehacer necesario y lo
proponga como tarea colectiva. Te¬
nemos que recuperar esta lucha a la
dimensión que realmente tiene. La
vida, su calidad,* su dignidad, si¬
guen estando en juego.
Colectivo Editorial
M^jeRí
muier it mente
Desaparecidos,
datos que debemos conocer
Las desapariciones forzadas
se practican en América Latina
desde la década del 60, con par¬
ticularidades distintas en cada
país.
Normalmente se tiende a pen¬
sar que las desapariciones forza¬
das ocurren solo bajo regímenes
dictatoriales: lamentablemente
observamos que esta práctica no
es un método exclusivo de ellos y
que también se practica en paí¬
ses con regímenes democráticos.
Esto nos lleva a distinguir entre
democracias y "democracias”, y
a no poner en el mismo saco re¬
gímenes como por ejemplo, El
Salvador y Argentina.
Haciendo de la palabra demo¬
cracia una categoría amplia que
englobe a los países donde existe
una cierta vigencia o apariencia
de estado de derecho, tenemos
las siguientes situaciones en las
que se practican las desapari¬
ciones forzadas:
Democracias que han sucedi¬
do a regímenes que practicaron
las desapariciones forzadas, pero
que no la practican: Argentina,
Solivia, Uruguay.
Democracias en las que se
practican las desapariciones for¬
zadas: Colombia, Perú. Vene¬
zuela, México.
"Democracias” (así denomi¬
nadas, rindiendo tributo a la fa¬
chada) en las que se practican
las desapariciones forzadas: El
Salvador.
Dictaduras en las que se prac¬
tican las desapariciones forza¬
das: Chile, Paraguay.
Regímenes que practican las
desapariciones forzadas en otros
lugares del mundo: Sud Africa.
Reseña histórica
Las desapariciones forzadas
comienzan a practicarse en Amé¬
rica Latina en la década del 60-
70 en la región de Centro Amé¬
rica y el Caribe (Guatemala y
Haití). Luego se practican en el
Cono Sur en la década del 70-80,
en Argentina, Brasil, Chile. Uru¬
guay. Finalmente la práctica
vuelve a aplicarse en la década
del 80 en países andinos: Perú.
Ecuador.
Algunas cifras estimadas
Total de desaparecidos: 90.000
personas.
— Guatemala ....
... 30.000
— Argentina.
... 25.000
— Haití.
... 15.000
— Chile.
... 2.500
— Bolivia.
.... 250
— El Salvador.
... 4.000
— Uruguay .
200
(dentro y fuera de fronteras)
— Brasil .
500
— Honduras.
250
— Perú .
,... 3.000
— Colombia .
350
Es difícil estimar el número
exacto de desapariciones forza¬
das. A ello contribuyen: las difi¬
cultades para hacer las denun¬
cias, la inseguridad (algunos ca¬
sos) de saber si son desaparicio¬
nes o asesinatos o prisiones inde¬
bidas y prolongadas y sobre todo
las dificultades para probarlas.
Datos brindados por FEDEFAIM
Ultimo momento
Mujeres
de la 99-FA
A prepararse para
el Congreso de Ago£
to. Reuniones los -
viernes, 19:30 hs, |
Ejido 1480,t:904361 i
¡Se invita a todas- f
las compañeras! ;
C.Mujeres de la 99
Seminario
“La mujer
uruguaya hoy”
Del 25 al 27 de julio pasado
tuvo lugar en Montevideo un Se¬
minario sobre Mq|er Uru¬
guaya, hoy”, organizado por el
Partido Comunista del Uruguay.
Se debatió ampliamente sobre
temas como: ideología y cultura,
medios de comunicación, orden
jurídico, salud, sexualidad, etc.,
enfocados desde la óptica de la
mujer.
Encuentro
de periodistas
Con motivo de conmemorar
nuestro 1er. año de trabajo, Co¬
tidiano Mujer organiza un En¬
cuentro sobre Medios de Comu¬
nicación,con mujeres periodistas
de todo el país.
Elena Quinteros
“Madre de muchos hijos no paridos por ella
Elena lunto a sus compañeros en un banco üo la Pta^ L'l>ertad
ABLAR de mujer-histo¬
ria es entrar en un mun- ^
do de luces desparejas: ^
pocas figuras bien iluminadas y ^
una inmensa galería anónima en ^
penumbras. La historia reciente p
en nuestro país destaca protago- ^
nismos femeninos, pero al mis- ^
mo tiempo, escamotea los datos J
necesarios para escribir estas ^
historias.
Elena Quinteros es una de es¬
tas protagonistas, víctima de
una doble violencia:de su secues¬
tro, como militante del Partido
por la Victoria del Pueblo en
1976, y el de todas sus huellas
materiales, personales.
Contamos con testimonios vi¬
vos de amigos y compañeros que
se oponen a este olvido forzado.
"No me dejaron de Elena, ni un
cuaderno, ni fotos de familia, ni
un carné de la escuela”, nos dice
Tota, su madre.
Elena nació el 9 de setiembre
de 1945 en un hogar de ideas
progresistas —su padre estuvo
preso con Frugoni durante la
dictadura de Terra—. Vivió su
niñez en un ambiente protegido,
optimista, en el que no conoció
las angustias de la miseria.
Fue su ingreso al Instituto
Normal de Magisterio que la pu¬
so en contacto con una realidad
que pinta como ninguna las en¬
trañas de una sociedad: el trato
que reciben los niños que crecen
en ella. La educación de los ni¬
ños uruguayos en aquellos años
60, estaba "dolorosamente dis¬
tante de los postulados varelia-
nos. En las escuelas se hacía pa¬
tente la insuficiencia de la gra-
tuidad para hacer de aquellos
niños, orientales tan ilustrados
como valientes”. (Y.G.>.
Elena trabajó como maestra
en la escuela del Hipódromo de
Pando. Hacía el diario trayecto
en ómnibus interdepartamental
primero, a las cinco de la maña¬
na, y luego lo completaba en ca¬
rro. Conocemos qué importante
fue para ella el encuentro con
aquel alumno enfermo de ham¬
bre al que hubiera internado de
urgencia de no mediar la inter¬
vención de una maestra más ve¬
terana. "No te olvides Elena: sá¬
bado y domingo estos niños no
comen”. La novel maestra com¬
probó que aquella enfermedad
se curaba con café con leche y
pan. Seguramente fue esa expe¬
riencia lo bastante importante
como para no detenerse en la
ilusión de solucionar la miseria
infantil, niño por niño. Se com¬
prometió con esa realidad sin ti¬
tubeos. "Pero cabían más entre¬
gas en su corazón solidario y mi¬
litante. Formó parte del grupo
de Misiones Socio Pedagógicas
Nelly Soler... El primer gobierno
blanco asestó un golpe a la edu¬
cación rural cuando cancela ex¬
periencias y despide maestros
que, como Homero Grillo y Ab-
ner Preda formaron parte del
movimiento de educación rural.
Los maestros se reagrupan y for¬
man bajo su propia conducción
un Instituto Cooperativo (ICER)
que intenta continuar con apor¬
tes didácticos y con la concep¬
ción integral de la educación que
los animaba. Allí conoció Elena
a Grillo, Prada, Julio Castro y
maestros que como J. M. Vera
y Luis Gómez trasmitieron
su valioso aporte a las nuevas
generaciones” (Y.G.).
Elena no rehusó ninguno de
los pasos que su compromiso so¬
cial, con su país y su tiempo, le
exigió. Militó tempranamente en
la Federación Anarquista Uru¬
guaya. Formó parte de la Resis¬
tencia Obrero Estudiantil, esta¬
bleciendo una relación de pro¬
fundo respeto con los trabaja¬
dores.
¿Por qué se convierte Elena,
después de su desaparición, en
un símbolo?
Decidida a participar plena¬
mente en el movimiento por un
cambio social, Elena rompe de¬
finitivamente con su prehistoria
de pasividad y sumisión.
Cuando su madre resume la
Murga Falta y Resto
relación que la unía a Elena di¬
ciendo: "Fui yo quien aprendí
de mi hija”, nos habla de una
dialéctica que involucra a mu¬
chas mujeres que recorrieron el
mismo camino de participación.
Orillando la evolución política
de sus hijos, siguiendo sus pasos
con amor vigilante, incorporán¬
dose a las tareas a medida que
su comprensión las descubría.
Cuando ante la inminencia de
su detención, logra burlar a sus
captores y huir, entrando a la
Embajada de Venezuela, Elena
nos habla de no resignación, de
su rebeldía y lucidez puestas al
servicio de la libertad. Cuando
ya presa en el Batallón de Infan¬
tería N^ 13, torturada y maltre¬
cha, los compañeros la ven ha¬
ciendo gimnasia, Elena nos ha¬
bla de su voluntad de recupera¬
ción en un neto canto a la vida.
Y cuántas de nosotras reivin¬
dicamos esas actitudes valientes
y libertarias como propias de la
mujer que somos o queremos
ser!
En todos estos casos es Elena
una mujer que traduce a mu¬
chas.
1. T.
(Y.G.) Yanundú González
Los derechos
de la mujer
C OMO todo el mundo sa¬
be, nuestro país ha sido
adelantado en materia
de legislación igualitaria. La
Constitución de la República es¬
tablece la protección de los dere¬
chos, deberes y garantías de las
“personas” y su igualdad ante la
ley. En 1945 suscribió la Carta
de las Naciones Unidas en la
cual se reafirma la dignidad de
la persona humana y la igualdad
de derechos entre mujeres y
hombres. En 1932 había otorga¬
do los derechos políticos a las
mujeres, los que recién ejercie¬
ron en 1938. En 1946 se aprobó
la ley de Derechos Civiles de la
Mujer, lo que eliminó situacio¬
nes discriminatorias, sobre todo
en el seno de la familia, en mate¬
ria de derechos. Desde princi¬
pios de siglo existe el divorcio
para ambos sexos, existiendo
una causal de “sola voluntad de
la mujer” que no se corresponde
a una igual para el sexo masculi¬
no, en lo que sería uno de los
pocos ejemplos de discrimina¬
ción contra el hombre que, por
cierto, ha dado bastante que
hablar.
STAS leyes contribuyeron
a formar al también co¬
nocido por las lectoras
de “Cotidiano” “mito de igual¬
dad”. Hechas las leyes, se supo¬
nía que por añadidura iban a
modificar la situación de la
mujer.
Además de que subsisten en
nuestro ordenamiento jurídico
leyes y decretos discriminatorios
contra la mujer, el hecho es que
no se han removido los obstácu¬
los de hecho que impiden la
igualdad efectiva de los derechos
y su ejercicio igualitario.
Como dijera el maestro Cou-
ture: “El derecho no lo es todo
en las relaciones de carácter fa¬
miliar: hay caracteres humanos
y sociales muy profundos que no
pueden ser afectados sustancial¬
mente por el legislador”.
Y es justamente ahí donde re¬
siden los obstáculos que hacen
que los derechos de la mujer
sean reconocidos en el papel
—lo que no cuesta nada y aún
queda bien— pero negados en
los hechos. Se confirma así una
situación de violación sistemáti¬
ca de los derechos humanos al
trabajo, a la salud, a la disposi¬
ción del propio cuerpo (ej. delito
L a joven madre que ve im¬
pedido el derecho al tra¬
bajo que la Constitución
le asigna tanto a ella como a su
esposo, porque no tiene donde ni
con quién dejar a su bebé para
ir a trabajar, tiene derecho a
preguntarse si realmente es tan
igual como le han enseñado.
La mujer que debe enfrentar
sola una responsabilidad que
asumió junto a un padre que de¬
viene irresponsable y con el cual,
si no las leyes, las prácticas judi¬
ciales son benevolentes, así como
la costumbre, tiene derecho a
preguntarse si era cierto que las
leyes uruguayas protegen a la
madre y los menores. Le puede
resultar difícil de creer que se le
está protegiendo cuando perci¬
be por los hijos que ambos traje¬
ron responsablemente al mundo
una pensión miserable,que sig¬
nifica a veces el 15 por ciento de
lo que él declara ganar. Ella, en
cambio, pone el 100 por ciento.
Si esta misma mujer-jefa de
familia(21 por ciento de hogares
uruguayos sale a trabajar, co¬
brando menos que los hombres
por igual trabajo, lo que tam¬
bién las lectoras de Cotidiano
saben que existe y no me exten¬
deré sobre ello, puede pensar si
la sociedad no le está empujando
a la pobreza a ella y sus hijos.
El ama de casa que trabaja
(en las labores de su sexo) para
cuatro, cinco, o más personas
puede pensar exactamente igual:
trabaja durante toda la vida sin
percibir salario de ninguna cla¬
se, sin horario limitado, sin pago
de horas extras, sin seguro de
enfermedad ni accidente, sin in¬
demnización por despido, sin
derecho jubilatorio, sin previsión
de accidente doméstico (que son
la mayor parte), ocupándose
siempre de los demás, sin tiempo
para ella misma. ¿Quién le ha¬
bla a esta mujer de su derecho a
la salud? ¿Tiene ella tiempo pa¬
ra ocuparse de sí misma? ¿Cómo
evitar que esa mujer considere
que su situación es similar a la
de los esclavos? En cambio, tie¬
ne que tenerlo para ocuparse de
la salud de los niños, del marido
y de los ancianos de la familia
propia y la política. ¿Puede evi¬
tar pensar que su salud vale me¬
nos que la de los demás?
L as mujeres que salen en¬
tusiastamente a partici¬
par en los sindicatos, en
la vida comunitaria, en los parti¬
dos políticos y que son la mayo¬
ría muchas veces las bases de
los mismos ¿creerán que son tan
iguales si nunca llegan a los or¬
ganismos de dirección donde
tan sacrificadamente colaboran?
¿Qué sentirán cuando oyen decir
que quizás sea todo un problema
de capacidad! ¿No podrán pen¬
sar cuál seria la prueba de capa¬
cidad de los hombres si tuvieran
que hacer todo lo que ellas ha¬
cen, además de participar? ¿O
creerán que la participación po¬
lítica está diseñada como un
espacio para alguien que tiene
otro alguien —una mujer— para
que le cubra la retaguardia do¬
méstica?
E NTONCES: de poco sirve
otorgar derechos si no
se asume que la mujer
no puede seguir siendo el como¬
dín donde se apoya el Estado, la
sociedad y la familia. Como bien
lo dice la Convención sobre Eli¬
minación de todas las formas de
discriminación contra la mujer^
1979, Naciones Unidas”, para
lograr la plena igualdad entre el
hombre y la mujer es necesario
modificar el papel tradicional
tanto del hombre como la mujer
en la sociedad y la familia”. “El
papel de la mujer en la procrea¬
ción no debe ser causa de discri¬
minación sino que la educación
de los niños exige la responsabi¬
lidad compartida entre hombres
y mujeres y la sociedad en su
conjunto”.
La biología no cambia, los
roles sexuales serán siempre los
mismos. De lo que se trata es de
la justicia de modificar los roles
sociales, acompañando el real
cambio que han sufrido, de
modo que no sea siempre la
mujer la que pierda.
Fany PuyeskI
Participación política de la mujer en el Cono Sur
Encuentros y reflexiones
T odo encuentro de muje¬
res de diferentes países
constituye sin duda un
elemento importante para el de¬
sarrollo del incipiente movimien¬
to de mujeres latinoamericanas e
impulsa a la organización y ela¬
boración de los grupos de mu¬
jeres.
El reciente encuentro realiza¬
do en nuestro país sobre “Parti¬
cipación política de la mujer en
el Cono Sur”, reunió a mujeres
chilenas, paraguayas, brasileñas,
argentinas, uruguayas. Induda¬
blemente lo más rico del inter¬
cambio se dio en las charlas in¬
formales, en la comunicación de
experiencias y en los talleres que
funcionaron el día sábado. En
cuanto a la forma de organiza¬
ción del encuentro daba posibili¬
dades para hacer algo diferente.
Anotamos por ejemplo que so¬
bre participación política de la
mujer en el Cono Sur, tanto de
Uruguay como de Argentina,
faltaban algunas protagonistas
indiscutibles, las madres de de¬
saparecidos, las mujeres que
estuvieron presas con la dictadu¬
ra. Una discriminación explica¬
ble pero no aceptable. En primer
lugar porque concebimos la par¬
ticipación política de la mujer
como un aporte al cambio en la
calidad de la vida y en la políti¬
ca. Segundo, porque buscamos
la irrupción de la mujer en la
vida política del país a todos los
niveles, generando un gran mo¬
vimiento de mujeres que con¬
mueva los pilares sobre los que
se asienta esta sociedad que nos
margina y posterga.
Lamentamos que para la mu¬
jer uruguaya en general haya
significado tan poco y para una
minoría, las mujeres que leen El
País, una crónica de sociales que
nada tiene que ver con los obje¬
tivos que nos proponemos las
mujeres.
A práctica política y de
acción social de la mu¬
jer, no es sólo un espacio
para que las mujeres accedan a
ámbitos hasta ahora prohibidos
o retaceados, es también y fun¬
damentalmente, una experiencia
diferente que quiere aportar
cambios en los contenidos ideo¬
lógicos de la sociedad. En este
sentido, ser feminista o ser mu¬
jer con concienica de tal*conlleva
una responsabilidad histórica: la
de aportar en el proceso de orga¬
nización y participación de la
mujer.
Las formas de participación
individual no contribuyen de
ninguna manera al encauce po¬
sitivo de este proceso, más bien
introducen, aun antes de que sea
necesario, un protagonismo per¬
sonalizado que no hace sentirse
representada a la mujer común.
Muchos de los temas encara¬
dos en los talleres, están en reali¬
dad parcialmente contenidos en
las conclusiones, pero de todos
los intercambios y discusiones
queremos resaltar uno que para
nosotras es fundamental en la
práctica entre mujeres: La SO¬
LIDARIDAD. Sobre la base de
este pilar podemos avanzar so¬
bre nuestras carencias y dificul¬
tades, sobre el predominio de los
intereses grupales y sobre los
verdaderos intereses colectivos, y
avanzar así hacia una unidad
real sin exclusiones.
Tal vez estemos necesitando
debatir los mismos temas a nivel
nacional y con una amplia con¬
vocatoria para que el enriqueci¬
miento del intercambio llegue
también a un amplio espectro de
mujeres que también quieren
participar.
Premio Inca para Pilar González
El 4 de julio pasado tuvo lu¬
gar, en el Subte Municipal, la
inauguración de la exposición
del “Centro de Expresión Artís¬
tica” que agrupa a alumnos del
pintor Nelson Ramos. Entre los
25 pintores que integra¬
ban la muestra se encontraba
nuestra querida amigajColabora-
dora Pilar González, que el 25
de este mes recibe en el mismo
local el Premio Inca con el que
fue galardonada.
¡Nuestras felicitaciones. Pilar!
En America Latina, a partir de realidades diferentes, de dictaduras, de democracias (estas, a veces,
más formales que reales), depaises con historias de desigualdades sociales e injusticias profundas, de otros
donde esto no es tan evidente, pero existe, desde todas estas situaciones, las mujeres latinoamericanas
hemos ido haciendo presente nuestra forma de sentir. Las mujeres sentimos la necesidad de identificarm^s.
puesto que todavía ni la historia ni la cultura en general nos devuelven nuestra imagen. Es que la mavor
parte de las veces no damos nuestra visión especifica de las cosas. No la decimos, pero la sentimos. El tema
de los derechos humanos nos atañe de una forma muy particular. Damos la vida, queremos cuidarla. Y en
America Latina se violan los derechos a la vida, Aqui, en nuestro país, hombres, mujeres y niños sufrienm
torturas, cárceles inhumanas y desapariciones forzadas. En América Latina esto sigue sucediendo ahora.
Mujer y
La reacción de muchas mujeres fue y es def^
sufren estos atropellos. Eue una acción coleciv
experiencias, junto con la conciencia de nuesi
rando aquello que queremos y aquello que redi
Comenzamos asi a gestar nuestro pumo\
La defensa de la vida y la de los derechos hun}i
de mujeres, una parte de la lucha de los derecín
mos. Ambas son nuestra forma de expresar¿
también la forma en que la estamos construye^
ChiU
Mujeres por la vida
Laura Soto González, miembro
de la Comisión Nacional de
Derechos Humanos de Chile,
nos habla de la dramática
defensa de los derechos
humanos, en un Chile donde la
decisión del pueblo en la lucha
por la democracia se ha
expresado en el paro de 48 horas
convocado por la Asamblea de
la Civilidad que tuvo como
respuesta una brutal represión
de parte del régimen de
Pinochet.
—¿Cuál es la situación actual
de los Derechos Humanos en
Chile?
—Es bastante dramática, por¬
que hay una mayor represión
este año que el año pasado: yo
creo que por esto las organiza¬
ciones sociales han comenzado a
hacer una gran presión por recu¬
perar los grandes valores de la
humanidad, el estado democrá¬
tico y el imperio del derecho. No¬
sotras como Comisión de Dere¬
chos Humanos tenemos por lo
tanto muchísimo trabajo, diaria¬
mente estamos en esta lucha y
nos encontramos con obstáculos
tan grandes como la obsecuencia
de los tribunales para con el go¬
bierno. Como si esto fuera poco,
el gobierno ha ido dictando leyes
cada vez más represivas y dán¬
dole mayor competencia a los
tribunales militares que son co¬
mo una especie de prolongación
de la mano del régimen, porque
ellos van sancionando todas es¬
tas situaciones de violación a los
instrumentos jurídicos que no
constituyen en el fondo sino una
represión a un modo de pensar
distinto al del gobierno.
— En esta lucha por los D.H.
¿cuál ha sido la participación de
la mi^er?
—La mujer ha tenido una
participación muy, muy activa,
yo te diría que ella fue la
primera en salir a la calle, preci¬
samente por la ausencia del
compañero, ausencia dramática,
porque han sido detenidos-desa¬
parecidos, o detenidos ejecuta¬
dos, o en el exilio o presos, en¬
tonces la mujer salió de su ámbi¬
to doméstico a la calle, al ámbito
público, para defender la vida,
para defender los intereses de su
familia, o para defender cosas
que le son tan queridas y pro¬
pias, entonces allí adquirió una
voz muy importante, se fue jun¬
tando con otras, su dolor, su ra¬
bia, todo, y en la organización
encontró su fuerza, su coraje y
han sido las mujeres de los dete¬
nidos-desaparecidos, de los eje¬
cutados, de los presos políticos y
de los exiliados las que han ido
abriendo esta brecha a los Dere¬
chos Humanos, y ya están en la
organización, en la base, del
pueblo en todos los sitios.
Las mujciys dv tos presos potílicos se encadenaron en el Ministerio de
Justicia. Fnerón sacadas a golpes por carabineros
Vn discurso de la vida...
P UDIERA parecer paradójico que el feminismo en
Chile haya resurgido en una situación de quiebre de¬
mocrático y de violencia militar autoritaria. Sin
embarge, no es así: “La totalidad de la reivindicación feminis¬
ta es básicamente un discurso de la vida y una praxis de la
vida. De la vida humana que es la vida elegida y querida como
tal. Es a partir de la elección de la vida que se quiere Apolíti¬
camente’ la paz y no la aniquilación.^
Creo que tanto nuestro feminismo como la movilización
política de las mujeres surgió-resurgió. precisamente, en estos
años porque alguien tenía que mostrar, con su propia existen¬
cia. la paradoja atroz que significa que las instituciones mili¬
tares sean las constructoras v cauteladoras del orden social.
Alguien tenía que afirmar el contrasentido que significa que
los valores de la vida sean asignados a los cauteladores de la
muerte. Alguien tenía que desnudar la mentira pervertida que
contiene el orden militar de dominio.
Julieta Kirkwood
Guatemala
“Estamos levantando la voz”
L a pesadilla empieza en
julio de 1954, hace ya
más de un cuarto de
siglo; aunque es más exacto
decir que la pesadilla del pueblo
pobre de Guatemala sólo tiene, a
partir de la Conquista, un míni¬
mo paréntesis: el que va desde
1944 a 1954. Desde entonces, la
represión ha ido en aumento. La
brutalidad de la campaña de
contrainsurgencia llegó a su cul¬
minación en 1970 y 71; miles de
obreros y campesinos son “desa¬
parecidos”: el asesinato político
es un hecho cotidiano: se declara
la guerra psicológica a la po¬
blación”.
Ante esta realidad han surgi¬
do distintos caminos para resis¬
tir y para buscar su transforma¬
ción: en todos ellos la mujer
guatemalteca ha participado.
Rigoberta Menchú es una in¬
dígena que ha dedicado su vida
a denunciar la situación de los
suyos: “Lucho porque se me re¬
conozca y se me trate como a un
ser humano”... “Si les he narra¬
do mi vida, si he aprovechado
esta posibilidad, es porque sé
que mi pueblo no puede contar
su historia, pero que no es dife¬
rente a la mía. No soy la única
huérfana; casi todos mis vecinos,
todos mis amigos y conocidos
fueron asesinados y dejaron ni¬
ños huérfanos”.
Y su historia es la de una fa¬
milia diezmada, su hermano fue
torturado y asesinado frente a su
comunidad. Rigoberta cuenta:
“Poco después, mi madre, deci¬
dió recorrer las regiones de Chi-
maltenango y de Huehuetenan-
go para ates^Jiguar lo que había
visto. Decía: Como mujer, tengo
el deber de hacer conocer mi tes¬
timonio para que otras madres
no sufran como yo, que no pre¬
sencien la tortura y el asesinato
de uno de sus hijos”. Luego su
madre será torturada y asesina¬
da como su padre, quien había
decidido dedicarse a la defensa
de su comunidad, los indígenas.
Rigoberta luego de estos hechos,
decide irse a la ciudad, aprender
el español y así denunciar todo
lo que ella ha visto: “Como
mujer he tomado la decisión de
no casarme y no tener hijos. Se¬
gún nuestra tradición, es una
cosa inaceptable: una mujer
debe tener hijos, y a nosotras nos
gusta tenerlos: pero yo no podría
soportar que a uno de mis hijos le
sucediera lo que le sucedió a mi
hermano”... “Antes de tener hi¬
jos, hay que cambiar la situa¬
ción. No se puede imaginar lo
que es el sufrimiento cuando es
demasiado fuerte”.
Alaíde Foppa, escritora, lite¬
rata y poetisa, debe exiliarse de
Guatemala en 1954, cuando la
invasión norteamericana para
derrocar al presidente Arbenz de
este país.
En México fundará junto con
otras mujeres la Agrupación In¬
ternacional de Mujeres contra la
Represión en Guatemala y será
miembro activo del Frente De¬
mocrático contra la Represión
en Guatemala.
Alaíde se interesa por las
ideas feministas, en 19'’2 inau¬
gura en la radio el programa
“Foro de la Mujer“ y en 19^ó
funda la revista “FEM”. prime¬
ra publicación feminista en
América Latina.
El 19 de diciembre de W80.
Alaíde va a Guatemala a visitar
a su madre y será secuestrada
por agentes del servicio secreto.
Aún hoy. luego de una intensa
campaña en defensa de su vida,
se encuentra desaparecida.
de \Virc~ diciciulMV 1A^S4
.‘\lni\puor — N" Año 2
Ecuador
Las mujeres
constructoras de la paz
P ARECERIA ser que históricamente las mu¬
jeres somos esencialmente pacifistas. Noso¬
tras albergamos la vida, cuidamos y vemos
crecer a nuestros hijos, por eso odiamos la guerra
que destruye la vida, nos oponemos a la violencia
que amenaza su pleno desarrollo.
La Paz es una tarea de todos y una tarea dia¬
ria, Cuando rompemos el aislamiento y la indife¬
rencia y participamos organizadamente estamos
construyendo la Paz, Cuando defendemos nues¬
tros derechos como mujeres y nos rebelamos al
discrimen y a la opresión, cuando somos solida¬
rios construimos la Paz, Cuando nuestros hijos
ven en nosotras el ejemplo de decisión y la conse¬
cuencia entre nuestro pensamiento y nuestra ac¬
ción, construimos la Paz, ^
Nuestro compromiso y esfuerzos en este año
mundial de la Paz, nos deben llevar a:
~ Exigir el respeto de los derechos de la Mujer,
castigando la violencia y maltratos sobre mu¬
jeres y niños,
— Velar por el cumplimiento de una práctica pe¬
nal que sancione efectivamente la violación,
~ Proponer una legislación que prohíba la utili¬
zación de la mujer en los medios de comunica¬
ción que denigran su condición humana,
— A luchar por mejores condiciones de vida y la
satisfacción de necesidades básicas de alimen¬
tación, vivienda, salud, educación, trabajo, y
medio ambiente saludable,
— A velar por la vigencia de los Derechos Huma¬
nos y la Democracia basada en la justicia y
respeto a los demás.
La lucha por la Paz es la lucha por la Demo¬
cracia y la igualdad. Queremos un mundo
fraterno y solidario, tenemos que construirlo,
“CEPA Mider'\ Marzo WM»
>ider hi vtda de quienes nos rodean, v de lodos aquellos que
,a de mujeres, nueva en el Continente. Todas estas vivencias y
tra discriminación como genero en la sociedad, ha ido acia-
\iazamos.
Je vista de mujeres, sobre los problemas de nuestros países
,nos son un aspecto esencial. La lucha por nuestros derechos
\osde todos, son elementos básicos de la sociedad que qitere■
iu realidad que queremos, a la medida humana, solidaria Y
ido.
Cronología de una lucha
por la vida y 1^ justicia
Mensaje de Fedefam
a la Conferencia de Nairobi
C OMO aclaración previa,
señalamos lo obvio: en
América Latina la suer¬
te de la mujer está indisoluble¬
mente ligada a la suerte general
de sus pueblos”.
...‘‘En nuestra Federación la
mujer está presente en un doble
papel; el de objeto y el de sujeto
de nuestro trabajo y de nuestra
acción. En efecto, en América
Latina —continente en el que
han desaparecido más de 90 mil
personas— hay una enorme can-
r tidad de mujeres víctimas de la
d“^ención-desaparición. Las ci-
A > varían según los países, pero
promediandc^las mujeres consti¬
tuyen el 30% de los casos. En
América Latina hay, pues, apro¬
ximadamente 30 mil mujeres de-
tenidas-desaparecidas”.
...‘‘FEDEFAM no es una or¬
ganización de mujeres ni por los
objetivos que persigue ni por su
composición, pero es un orga¬
nismo en que las mujeres, por
circunstancias de diferente tipo,
desde económicas a culturales,
1 han jugado, juegan y jugarán un
papel esencial. No es exagerado
expresar que FEDEFAM no
existiría sin las mujeres. La
mujer hija, esposa, hermana y,
sobre todo, la mujer madre, es el
alma de nuestra militancia. Es la
en esta década y aún antes,
I fiA transformado el dolor en
coraje y, sin más parapeto que
un distintivo, sea este un pa¬
ñuelo o una flor, se lanzó a las
calles, a las plazas, a luchar por
la vida y la libertad de aquellos a
los que se pretende sumir en la
nada, en el mundo de la especu-
i Argentina
lación imaginaria y de las som¬
bras, por haber pretendido ejer¬
cer sus derechos políticos y so¬
ciales”.
...‘‘Si durante la década 1975-
1985, los gobiernos latinoameri¬
canos hubieran destinado sólo
una parte del dinero dedicado a
los gastos militares, a desarrollar
una infraestructura que contri¬
buyera a la efectiva igualdad de
la mujer, mucho se habría avan¬
zado en ese terreno. Pero, la¬
mentablemente, lo más igualita¬
rio entre el hombre y la mujer,
ha sido la represión. Ella síjllegó
por igual.
Decíamos al comienzo que así
como la mujer fue víctima de la
represión, fue también protago¬
nista de la defensa de los valores
de la vida y de la libertad latino¬
americana. No queremos ser in¬
justos, pero en homenaje a la
dura lucha de la mujer latino¬
americana, en pro de los dere¬
chos humanos y de la paz, hon¬
ramos a Azucena Villaflor de De
Vicenti, fundadora y Presidente
de Madres de Plaza de Mayo, a
Marianella García Villas, Presi¬
dente de la Comisión de Dere¬
chos Humanos de El Salvador y
María Rosario Godoy de Cue¬
vas, Secretaria General del Gru¬
po de Apoyo Mutuo (GAM), ase¬
sinada junto a su pequeño hijo y
su hermano, hace apenas 60
días, en Guatemala. Son márti¬
res por la defensa de la libertad,
de la vida y la justicia, condicio¬
nes inequívocas de la paz. En
ellas rendimos tributo a las miles
de mujeres caídas en la causa de
la liberación latinoamericana”.
Por la libertad
de mida Nava
C ONVERSAMOS con ísa*
bel Miranda, de la Co¬
misión de Derechos Hu¬
manos de “Lugar de Mujer”, de
Buenos Aires.
~Me decías Isabel que en
este grupo que se denomina fe¬
minista dentro de la comisión
habían considerado los derechos
de la mqjer como partícipes de
los derechos humanos.
” 7 ^®sofros pensamos que la
reivindicación de toda la temá¬
tica de la mujer no puede estar
separada de lo que es un derecho
humano, por eso es que dentro
de esta institución tenemos una
comisión especial sobre el tema.
Trabajamos en conexión con los
otros grupos que están peleando
en Argentina en estos momentos
por los Derechos Humanos.
—A nosotros nos llamó la
atención el hecho de que existan
todavía en Argentina 13 presos
políticos, entre los cuales se en¬
cuentra Hilda Nava.
—Sí, Hilda Nava lleva 10 años
de presa política. Tenemos 13
presos políticos, lo cual es terri¬
blemente lamentable en demo¬
cracia. Para nosotros son rehe¬
nes en democracia y esto indica
que la presión de los sectores mi¬
litares es fuerte. Nosotras enten¬
demos que no es fácil para un
gobierno democrático manejarse
con esta gente que ha detentado
el poder y todavía lo tiene, pero
creemos que no es posible y no
podemos aceptar que compañe-
D ESDE 1973 hasta hoy
distintas organizaciones
de defensa de los dere¬
chos humanos, SERPAJ, grupos
de familiares de detenidos-desa¬
parecidos, de familiares de pre¬
sos políticos, de exiliados, comi¬
siones de derechos humanos en
gremios, en partidos políticos,
grupos de solidaridad desde el
exterior, grupos de mujeres, han
trabajado incansablemente para
la implantación real de las nor¬
mas de derecho, es decir, por el
respeto a la persona humana.
Durante los años de la dicta¬
dura, en los que el envío de una
nota denunciando alguna viola¬
ción a los derechos humanos era
ya un acto subversivo, debieron
enfrentar el miedo, el riesgo, la
indiferencia. También la inter¬
minable espera, el desencanto, el
desgaste emocional y psíquico.
Ya en democracia estos grupos
siguen infatigables su lucha, en¬
frentando ahora, la repetida
postergación a sus exigencias y,
a menudo, la soledad.
La cronología que publicamos
a continuación enumera parte
de las formas de protesta que
adoptó el Grupo de Madres y
Familiares de Uruguayos Dete¬
nidos-Desaparecidos, para hacer
públicos los hechos que de mil
maneras se trataba de ocultar y
para exigir a las autoridades, sea
cual fuera el gobierno, que se
cumpla la Constitución. Todavía
esperan.
1977 — Notas al Alto Comi¬
sionado de las Naciones Unidas
para los Refugiados, a Amnesty
International, a Terence Tod-
man, Secretario de Estado para
Asuntos Internacionales del go¬
bierno de EE.UU.
1978 — Notas al Papa Juan
Pablo I, a las Naciones Unidas, a
la Asamblea de Puebla, a emba¬
jadas de distintos países, al rey
de España.
1979 — Notas al escritor Gar¬
cía Marques, al Gral. Bonelli.
jefe del Estado Mayor Conjunto
reclamando por los desapareci¬
dos y exigiendo los nombres
omitidos en el comunicado de
las Fuerzas Conjuntas al detener
a 62 personas y nombrar a solo
40, al M. de RR.EE., a la Comi¬
sión de la OEA que visita Argen¬
tina.
1980 — Notas a la Cruz Roja
Internacional, a la OEA, a los
medios de prensa, al Presidente
de la República, al Papa Juan Pa¬
blo II, a personalidades argenti¬
nas. Impresión de una tarjeta de
Navidad pidiendo solidaridad.
1981 — Notas a la Junta Mili¬
tar Argentina, al M. de RR.EE.,
al Arzobispo de Montevideo, a
las Naciones Unidas, a la OEA.
Se celebra la Semana Mundial del
Desaparecido, una jornada de
9 í%ción y ayuno. Se participa en
el Congreso de FEDEFAM (Fe¬
deración Internacional de Fami¬
liares de Desaparecidos), en Ca-
»‘acas.
1982 — Se pide una entrevista
al Presidente de la República, se
hacen gestiones en Bs. As. Se
realiza una conferencia de pren¬
sa para informar sobre el tema,
se celebra la Semana del Desa¬
parecido, una campaña de car¬
tas, se envían notas al Presidente
de la Junta Militar Argentina y a
la Suprema Corte de Justicia de
ese país. Visita a políticos. Con¬
greso de FEDEFAM en Lima.
1983 — Nota de condena al
documento de la Junta Militar
Argentina. Reuniones en gre¬
mios, barrios, parroquias para
divulgar el tema de los Derechos
Humanos. El Secretariado del
PIT-CNT incluye entre sus rei¬
vindicaciones el ‘‘esclarecimien¬
to de la situación de los compa¬
ñeros detenidos desaparecidos”.
Participación en el acto del 27 de
noviembre. Gira de 2 madres de
desaparecidos por Europa. Ar¬
gentina y Brasil.
1984 — Encuentros con gru¬
pos, sindicatos. Exhibición de
audiovisuales. Participación en
ayunos; los viernes se empieza a
manifestar en la Plaza Libertad.
Semana del Desaparecido, visita
a políticos, a la Multipartidaria,
a la Intersocial. Participación en
la Comisión Nacional Progra¬
mática en el marco de la Comi¬
sión de Libertades, Derechos y
Garantías. Denuncia de Habeas
Corpus por 117 uruguayos de¬
saparecidos en Argentina. Folle¬
to con la historia de los hechos
que se denuncian y propuesta de
acción.
1985 — Salen los presos de las
cárceles, vuelven cientos de exi¬
liados, los grupos de derechos
humanos y de familiares siguen
luchando por los desaparecidos.
Campaña por Mariana Zaffaro-
ni y por todos los niños desapa¬
recidos. Acciones ante los tres
Poderes del Estado. Pedido ante
el Poder Legislativo de cons¬
titución de una comisión bica-
meral investigadora. Presenta¬
ción de los casos ante la Justicia.
Sale un boletín mensual infor¬
mativo. Campaña para que la
Comisión Parlamentaria obten¬
ga amplias facultades. Aproba¬
ción de un proyecto de ley en la
Cámara de Diputados dándole
amplias facultades a la Comi¬
sión (no fue aprobado en el Se¬
nado). Semana del Desapareci¬
do. Se realiza una asamblea por
Verdad y Justicia organizada por
el PIT-CNT; se realiza una jor¬
nada de denuncia en la Plaza Li¬
bertad. Congreso de FEDEFAM
en Montevideo. Mariana Zaffa-
roni es secuestrada por 2^ vez y
ahora en democracia. Se celebra
Día Mundial contra la desapa¬
rición forzosa.
1986 — Presencia en los actos
públicos, entregándose una car¬
ta a las autoridades.
ros que sufrieron todo tipo de
torturas y vejámenes, a dos años
y medio de gobierno democrá¬
tico estén aún sin juzgar.
Hilda Nava es estudiante
universitaria y enfermera y fue
detenida junto a su marido. José
Cuesta, cuando tenía 20 años y
estaba embarazada. Tuvo su
bebé en la cárcel; por relatos de
compañeras que estuvieron se¬
cuestradas, podemos tener idea
de lo que era tener familia den¬
tro de esos centros. Por suerte el
chico no desapareció, se lo deja¬
ron tener 2 años con ella en la
cárcel y recién pudo estar con
sus dos padres juntos cuando
tuvo 9 años; hoy tiene 10 años.
Queremos destacar que Hilda
fue torturada con golpes y pi¬
cana, obligada a firmar una con¬
fesión.
Yo formo parte de una comi¬
sión, que se hizo con gente de
partidos políticos y de organis¬
mos y organizaciones de muje¬
res, que pelea exclusivamente
por la libertad de Hilda Nava:
pedimos el apoyo internacional,
que toda la gente nos envíe car¬
tas adhiriendo y pidiendo por la
libertad, de Hilda y de los demás
presos políticos, porque consi¬
deramos que es un acto de injus¬
ticia que continúen presos. Las
cartas deben estar dirigidas a la
calle Riobamba 34, Buenos Ai¬
res.
A n ticoncepción
Métodos
de Barrera
S E vuelve difícil hablar de métodos
anticonceptivos, cuando se quiere
trasmitir algo más que una fría, téc¬
nica y más o menos completa información
sobre los mismos cuando la intención es
convertir esa información en un diálogo,
un intercambio enriquecedor como el que
se logra en los talleres o reuniones en los
que hemos participado para hablar sobre
anticoncepción.
Es en estas nuevas formas de comunica¬
ción que hemos encontrado las mujeres
donde radica la diferencia entre la infor¬
mación que puede obtenerse en una revista
especializada, en un folleto o de manos de
un profesional, y la vivencia de mezclar
todo el “tecnicismo” con la experiencias,
miedos, dudas, prejuicios, desconocimien¬
tos.
Es en estos encuentros donde se habla
de los diversos temas que van asociados a
la anticoncepción, donde surgen preguntas
tales como ¿por qué no hay un método
ideal que no nos perjudique de una u otra
manera? ¿por qué los hombres no viven el
problema del cuidado anticonceptivo?
¿por qué no hay anticonceptivos para
hombres? ¿qué diferencia existe entre pla¬
nificación familiar y control de la natali¬
dad? ¿por qué es una responsabilidad que
sólo pesa sobre las mujeres? ¿de qué
manera condiciona nuestras vidas?
Y entre esas discusiones y reflexiones
colectivas es que hemos ido aprendiendo y
encontrando nuestras respuestas.
Es por ello que, frente a una hoja y con
un determinado espacio se establece una
lucha por no caer en la esterilidad de des¬
cribir características, pro y contra de los
distintos métodos, sino buscar la manera
de compartir nuestro punto de vista e
incentivar la participación de todas las
mujeres que quieran vertir en esta página
su opinión, experiencias y dudas.
EYENDO el libro de M® Luisa Lerer
sobre “Sexualidad Femenina” y los
mitos que rodean nuestro ser mujer,
encontramos un dato que viene al caso. En
un congreso realizado en Madrid en 1980,
el 99% de los estudios presentados sobre
anticoncepción correspondían a la aplica¬
ción en la mujer, y sólo el 1% a anticoncep¬
tivos masculinos.
Volviendo a nuestro país encontramos
sólo un método de amplia difusión para
hombres, el conocido preservativo o con¬
dón, incluido dentro de los llamados
métodos de barrera. Lo interesante es que
más que conocerlo como un método anti¬
conceptivo, se lo identifica como un exce¬
lente preventivo contra las enfermedades
venéreas y se lo asocia a la relación con
prostitutas. En el caso que sea adoptado
por una pareja para evitar un embarazo no
deseado, se lo utiliza generalmente como
método transitorio, mientras se encuentra
otro más seguro que por supuesto deberá
adoptar la mujer.
Esto nos demuestra hasta qué punto se
nos ha delegado la responsabilidad de con¬
trolar la natalidad, lo que en sí mis¬
mo no está mal, pero que debería ser un
esfuerzo compartido con el varón. Porque,
si bien es cierto que para muchas parejas
el uso del condón disminuye la sensibili¬
dad e interfiere en la espontaneidad de la
relación, también es cierto que los hom¬
bres no viven el temor a quedar embara¬
zados, ni esto interfiere en su goce sexual,
por lo tanto tampoco viven la anticoncep¬
ción como su responsabilidad. Y esto no
sólo vale para la habitual resistencia a la
utilización de preservativos, sino que
puede extenderse ante cualquier otro mé-'
todo. La actitud en general de nuestros
compañeros suele ser de no participación.
Por ejemplo, ante el uso del diafragma,
que es otro de los métodos al que nos que¬
ríamos referir y que no es muy conocido ni
difundido en nuestro medio, podría existir
una participación de nuestra pareja tanto
en la colocación del mismo como en el sim¬
ple hecho de facilitarnos su uso de una
manera más espontánea dentro de la vida
sexual.
L diafragma fue uno de los primeros
métodos preventivos inventados.
Desde 1880 y hasta la aparición del
DIU y las pastillas anticonceptivas fue la
forma más segura que tuvieron muchas
mujeres para evitar embarazos no desea¬
dos.
El diafragma es una especie de semies-
fera de goma con un aro flexible de metal
en su borde que se coloca en la vagina ta¬
pando el cuello del útero. Se utiliza con
una pomada espermicida que completa la
barrera para que los espermatozoides no
lleguen a pasar al útero, y se coloca cada
vez que se van a tener relaciones con pene¬
tración. Según estudios realizados, usado
cuidadosamente puede tener un 98% de
efectividad. Y “el usado correctamente”
quiere decir: asegurarse de que está bien
colocado, examinando con el dedo si el
cuello del útero está cubierto con la goma;
y dejándolo por lo menos hasta 8 horas
después de mantenidas las relaciones.
Cada mujer tiene su medida de diafragma.
y si decide adoptarlo como método, debe ir
al médico para que determine la medida
que le corresponde. Puede durar más de
dos años y es uno de los métodos que no
tiene ningún efecto secundario.
Su único inconveniente está en nosotras
mismas, en nuestra dificultad de toe?
nuestros genitales, en nuestro desconocí '
miento sobre nuestro propio cuerpo. Y al
mismo tiempo puede ser su ventaja ya que
puede volverse una excelente “excusa”
para comenzar a saber cómo estamos
constituidas. Ser el medio para descu¬
brirnos.
Salvada esta primer barrera, y lograda
la familiarización con esa parte oculta de
nuestro cuerpo, quizás el uso del diafrag¬
ma nos permita avanzar en pro de nuestra
sexualidad.
Por supuesto que, como cualquier otro
método, el adoptarlo dependerá de las ca¬
racterísticas personales. Para muchas pue¬
de convertirse en “el método ideal” (sal¬
vando las distancias), para otras será una
nueva complicación,un elemento distorsio-
nador. Lo importante es que sepamos que
existe y que. el usarlo o no se vuelva nues¬
tra decisión y no la decisión de la ignoran
cia, el prejuicio o el médico.
LA.
Testimonio de Nelly
“Tenía 19 años, mucho miedo
y poca información ”
E n muchas oportunidades, desde la página que dedica¬
mos a la salud de la mujer, nos hemos preocupado por
la deshumanización que tan a menudo encontramos
en nuestro sistema de salud. Parecería que la sociedad, que
tanto encumbra el acto de dar la vida, que tan a gusto coloca a
la mujer en un trono reverenciado y que tanto se enriquece con
esta creación, no enctientra la manera de saber respetar a una
sola mujer en el momento en que su persona toda está siendo
exigida al máximo. El caso de Nelly es un crudo testimonio de
esta actitud: desgraciadamente no es un caso aislado. Consi¬
deramos que no se llegará nunca a esa sociedad a la medida
humana que queremos, si no exigimos una y otra vez un
cambio en estas actitudes violadoras de los derechos de la
persona.
Testimonio de Neiiy:
^Ingresé en un sanatorio de Asignaciones Familiares a la
una de la mañana de una Navidad.
Era un mal día y una mala hora, me dijeron. Poco per’
sonal y poca paciencia. Yo tenía 19 años, mucho miedo y poca
información. Luego de examinarme el médico de guardia dijo
que faltaba mucho porque tenia 3 de dilatación, pero igual
quedé internada.
Después de cambiarme, una enfermera me hizo un enema
y me dijo que aguantara el agua, mientras me rasuraba. Creí
que reventaba y no aguanté, y antes de bajar de la camilla me
ensucié. Fue el primer rezongo que recibí. A mi madre y mi
marido luego de las cinco de la mañana, les dijeron que se
fueran, porque igual conmigo no podían estar, y que era lo
mejor para mí, sin sus mimos yo no iba a llorar.
Como me quejaba mucho de fuertes dolores, me inyecta¬
ron un calmante y me adormecí. De ahí en más todo fueron
pesadillas y dolor, hasta las tres de la tarde cuando abrí los
ojos. Estaba rodeada de médicos, me llevaban a la sala de
partos, querían despertarme no podían. Ya está naciendo,
me decían, pujá, pujá, desgraciada. Pero yo estaba agotada, no
tenía fuerza.
Tuvieron que hacerme la episiotomía y aún así me des¬
garré hasta el ano. Entonces desperté totalmente, tuvieron que
desprenderme la placenta. Llamaron a un médico para que me
cosiera.
Entonces yo pregunté: ¿qué me van a hacer? ¿Qué me
pasó? La partera se enojó y me dijo: Sos una yegua, te importa
más tu culo que tu hija. Aún no preguntaste cómo está ella.
Eso me hizo sentir peor aún, con un sentimientq de culpa que
me duró mucho tiempo. Hasta que pude entender que si vo
hubiera estado acompañada, informada y tratada con un poco
de cariño de parte del personal, estoy segura que hubiera dis¬
frutado del parto como luego pasó con mi segunda hija".
III Congreso
Uruguayo
de Sexología
El 25 al 28 de setiembre de este aflo se
llevará a cabo en nuestro país el III
Congreso Uruguayo de Sexología, organi¬
zado por la Sociedad Uruguaya de Sexolo¬
gía. Lo que nos parece importantísimo del
mismo es que el tema central de dicho
evento será: “L« Condición de la
nuestra Sociedad** y la “Sexualidad de li
Mi^er Adolescente**.
Se desarrollarán ademas mesas redon¬
das. paneles y talleres sobre: la educación
sexual y la doble norma, mujer y violencia
sexual, anticoncepción, compatibilidad e
incompatibilidad sexuales de la pareja y 1*
sexualidad de la mujer de la tercera edad.
Por informes e inscripciones dirigirse a
Ana Monterroso de Lavalleja 2010. Telé¬
fono 4 47 29.
' ■ ■S ^
j L- T
;3EÍÍ?j
Desde el penal de
Punta de Rieles...
.4 veces hay eclipse y no lo veo
ti veces las cortinas se mueven
|v me parece que bailan.
^ .4 veces las manos se me escapan
creo que están contigo.
A veces la magra comida
^ue me alcanzan
ne trae el sueño
ie una vida mejor
de los mismos caminos siempre andados
\con los ojos abiertos y el pie firme.
A veces y digo siempre a veces
mi pie derecho se encapricha
y mi pie izquierdo se encapricha
y ninguno quiere ir detrás del otro:
por eso a veces
marcho a los saltos por la vida,
ero marcho.
/
^ -la Troglio
' Penal de Punta de Rieles, 1984
del libro Escritos de la cárcel, Vol. I, Ex¬
presión poética de los presos políticos,
publicado recientemente por el Centro de
Integración Cultural, CIC.
Ustedes me piden
que hable de la maternidad...
N O es fácil hablar de este tema. Muy
pocas veces he hablado de ese as¬
pecto que ustedes quieren que
toque: la maternidad. He dicho decenas
de veces —a veces me parece que millares
de veces— de cómo llegaron a mi casa, de
que Simón tenía sólo 20 días, de los años
de búsqueda, de sus secuestradores. Pero
muy pocas veces, sólo muy pocas veces he
hablado de que Simón también tuvo un
montón de batitas que fueron regalos de
amigos, de familiares y hasta que algunas
de ellas tenían el carácter de préstamo;
que tuvo un moisés y sábanas bordadas
por su madre y como todos los niños que
son esperados, largamente esperados, un
montón de diálogos ya iniciados.
A veces pienso que fueron los años de
cárcel; la imposibilidad de volcar en un
medio donde todos tenían su cuota parte
de pesares que llevar, más pesar y uno
tan especial en un medio de mujeres.
Porque allí no se podía mostrar heridas,
porque en ellas los represores echaban
sal y había que resistir. Quizás —tam¬
bién— porque a veces se tiene miedo de
llegar hasta el fondo del dolor; por eso y
quién sabe por cuánto más... luego no es
fácil sacar todas esas pesadas tapas de
defensa así nomás. Ello significa un
proceso, y aún estamos en la difícil eta¬
pa de la denuncia, del reclamo, de hacer
que se haga justicia.
Recuerdo las dudas, los temores, los
tremendos temores que tenía y a veces lo
conversábamos con compañeras y com¬
pañeros militantes. Tener un hijo no po¬
día ser un hecho fortuito y tampoco
—por qué diablos— algo tan meditado y
calculado. ¿Miles de seres no tienen un
hijo porque sí?, porque ellos son frutos
del amor de un hombre y una mujer?
¿Por qué su destino debía ser algo tan
premeditado, acaso los pobres son unos
inconcientes cuando traen sus hijos al
mundo? O los pueblos que están en gue¬
rra, ¿acaso no tienen hijos? Y Vietnam
era el ejemplo. Sin embargo se necesitaba
una madurez, una convicción real en lo
que se estaba y por qué se estaba. Por eso
Simón nació cuando yo tenía 32 años.
Luego entendí, que ese era el tiempo de
madurez de mis convicciones. Lo vivido
me lo iba a demostrar muy duramente.
Han pasado 10 años desde que Simón
nació. Hoy, en el lugar donde se encuen¬
tre, con el rostro que tenga, Simón es un
ser que nació de padres que lo quisieron
mucho, que tiene un montón de diálogos
inconclusos; pero que es él. Simón es to¬
do eso con sus 10 años vividos junto a
quienes —quizás— lo tienen como una
posesión, como algo querido, pero como
una posesión, un trofeo o simplemente la
posesión de un niño que no pudieron
tener.
Ustedes me piden que hable de la ma¬
ternidad... quizás lo más importante que
pueda decirles es que mirar a un niño me
sigue siendo hoy, de los hechos más feli¬
ces que puedo vivir.
Sara Méndez
LA UNICA MUJER
la que no le teme a la soledad porque siempre ha estado sola
la que deja pasar los alaridos grotescos de la violencia
Jm única mujer que puede ser
'^5 la que sabe que el sol para su vida empieza ahora
y la ejecuta con gracia
la que se libera en el amor pleno
la que ama
^5 /0 que no derrama lágrimas sino dardos para
]j^^mbrar la alambrada de su territorio
jo^a que no comete ruegos
j.fa que opina y levanta su cabeza y agita su cuerpo
_/ es tierna sin vergüenza y dura sin odios
n -ú que desprende el alfabeto de la sumisión
camina erguida
la única mujer que puede ser la única
es la que dolorida y limpia decide por sí misma
salir de su prehistoria.
Bertalicia Peralta
Panamá, 1939
del libro Poesía feminista del mundo contemporáneo, Siglo XXL
os
Simón, Mariana
Fernanda, Beatriz y
Andrea,
Carmen, Verónica
y el hijo de Yolanda
Ese pan nuestro
de cada día,,.
A l mediodía ya estaba allí, vale de¬
cir, al mediodía ya lo habían
“puesto allí”: 18 y Julio Herrera y
Obes. Cuatro, cinco años, difícil determi¬
narlo, el hambre endémico no perdona,
marca, señala, desdibuja la edad. Sentado
en el suelo, con un letrero atado al cuello
que reza: “Ayúdenme”.
¿Permanece quieto, manso, obediente?,
¿rendido?, ¿resignado?, ¿temeroso?, aje¬
no, eso sí, al trajinar de la gente. De algu¬
na manera ha asumido su papel, su rol de
ser algo que permanece allí, que molesta a
algunos, indigna a otros, asombra a los
más sentimientos encontrados que, de
alguna manera, enlentecen los pasos, con o
sin dádiva... y sigue el extraño río que se
prolonga rumoroso durante horas y ho¬
ras...
El permanece quieto, no come, no ha¬
bla, no ríe, no acaricia, no va a la escuela,
ni protesta por los pisotones, como si, una
gran indiferencia lo hubiera invadido todo.
Llega la noche y no han venido por él,
¿se les hizo tarde?, ¿se olvidaron?, ¿es que
aún hay alguien que recuerda que existe?
El mentón caído sobre el letrero, se ha
quedado patéticamente dormido. “El sue¬
ño, muerte de la vida de cada día, baño
reparador del duro trabajo, bálsamo de las
almas heridas...( 1 )
El no asesinó el sueño, como Macbeth,
pero nosotros, en cambio, hemos asesi¬
nado todos sus derechos y pretendemos
gozar el sueño de los justos.
S.S.R.
Paraguay en la opinión
de tres mujeres
En el marco de la Conferencia Internacional sobre
Participación Politica de la Mujer en el Cono Sur, tuvi¬
mos la oportunidad de contactarnos con mujeres de Pa¬
raguay, un pais en el que, los casi 50 años de dictadura,
han intentado arrasar toda iniciativa de cambio. Pero
que sin embargo, resiste, gracias, en parte, a la existencia
de personas como las que tuvimos la suerte de conocer,
charlar y estrechar vínculos.
Esta es parte de la conversación que Cotidiano
MUJER mantuvo con: Raquel Rojas (comunicadora
social). Olinda Bareiro (politóloga) y Cristina Olazar
(campesina).
R aquel y Ollnda, ¿existe
hoy en Paraguay una
preocupación específica
de la mi^er por su situación?
—Hace cuatro aflos surge en
nuestro país el primer grupo de
mujeres con reivindicaciones
propias. Un núcleo de mujeres
que habíamos tenido, por otros
medios» acceso a la información
de lo que pasaba a nivel latino¬
americano y mundial con res¬
pecto a la organización de la
mujer, decidimos unirnos para
crear la Unión de Mujeres Para¬
guayas, donde participó también
una ex diputada liberal radical.
Posteriormente la forma de tra¬
bajo de esta compañera, excesi¬
vamente ligada a la forma de
militancia política de los parti¬
dos tradicionales, crearon ten¬
siones al interior del grupo y
muchas compañeras, la mayo-
Cristina...
Mi nombre es Cristina Olazar,
soy casada, campesina, tengo
dos hijos y un marido que es un
buen compañero. Trabajamos
juntos en este trabajo del movi¬
miento social. Y ahora que me
doy cuenta, vengo de una familia
en la que mi tatarabuela, mi
abuela y mi madre, fueron todas
madres solteras.
Cü UAL ra tu actividad,Cris-
ría, nos retiramos para formar
un grupo estudio-acción al que
ni nos interesó ponerle nombre.
A partir de este grupo no sólo
se estableció una línea de estu¬
dio y educación de los presu¬
puestos reivindicativos de la mu¬
jer o de la elaboración feminista,
sino que fue acompañado de una
práctica. Se hacían reuniones, se
elaboraba y discutía, se confron¬
taban las posiciones.
Posteriormente hubo un re¬
pliegue a raíz de una represión
que no fue directamente contra
el grupo de mujeres, sino contra
el Banco Paraguayo de Datos en
donde muchas trabajaban y co¬
laboraban.
Por primera vez surge en los
interrogatorios el hecho de que
los represores tomaran al femi¬
nismo como otra forma de orga¬
nizarse políticamente.
tina|en el Paraguay?
—Yo trabajo con grupos de
mujeres para tratar de la propia
condición de la mujer. Quiero
aclarar que cuando comenzamos
a reunirnos, nos agrupamos por
la crisis económica actual. En
Paraguay los hombres no tienen
trabajo, la chacra no se puede
vender, hay mucho problema
económico familiar. Por eso nos
juntamos unas cuantas mujeres.
Un feminismo que reivindica
una ruptura de la opresión de la
mujer, que agrupa, agremia a
las mujeres y propicia su partici¬
pación como parte de una socie¬
dad resquebrajada y fragmenta¬
da como la sociedad paraguaya,
es un planteamiento nuevo y so¬
lidario, y eso es peligroso. No
sólo para la dictadura sino tam¬
bién para ciertos sectores que se
siguen manejando con conceptos
tradicionales. El feminismo ob¬
viamente es transformador, mo-
vilizadory solidario.
—¿Qué papel ocupa la mi^er
en la sociedad paraguaya?
—En mi trabajo “Apuntes so¬
bre el rol de la mujer en la do-
mesticidad rural” analizo algu¬
nos de esos aspectos. Allí queda
en evidencia que la mujer en el
campo, sobre todo en las áreas
para estudiar cómo resolvíamos
este problema, y encontramos
que una de las formas sería la
artesanía. En mi compañía, que
es así como nos dividimos, so¬
mos 20 mujeres. Como no pode¬
mos enfrentar el mercado solas
tenemos que necesariamente
unirnos a otras, mismo para in-
fraestructurar nuestra organiza¬
ción, vender los productos, etc.
Hicimos un encuentro para
esto, en el que invitamos a com¬
pañeras del área de la salud, de
otros departamentos rurales, y a
mujeres que trabajan con indí¬
genas.
—En esUi agrupaciones arte¬
sanales, ¿qué tipo de informa¬
ción les llega?
—Es difícil de responder...
Diarios no tenemos en la campa¬
ña, llegan a los pueblos del inte¬
rior pero no a la zona rural, y
aunque llegaran nadie los com¬
praría. Radio, en el sector rural
muchos tienen, pero no todos, y
los que tienen, el problema son
las pilas. Libros, no hay, pero un
de minifundio, y tanto las amas
de casa con compañeros estables
como las ogayaras (dueñas de
casa) sin compañeros estables, o
madres solteras, han trabajado
siempre en la chacra compar¬
tiendo la responsabilidad pro¬
ductiva con el hombré o asu¬
miéndola solas.
En el Paraguay cerca del 60%
de las mujeres son cabeza de
familia, no existe una estructura
familiar patriarcal como en los
países de economía agraria tra¬
dicional, pero tampoco existe un
matriarcado.
Que en Paraguay existe Ma¬
triarcado, es un argumento que
se utiliza para justificar una si¬
tuación de sobre explotación de
la mujer. El Matriarcado sería
toda una reflexión social, políti¬
ca y transformadora de los nive¬
les institucionales de poder de la
grupo sin embargo nos pidió la
Constitución Nacional, tenían
hambre de conocer sus derechos.
El otro problema es que nosotros
hablamos el guaraní y no hay
textos en guaraní. Ni siquiera
hay escuelas en guaraní. Esta¬
mos perdiendo nuestro idioma,
nuestra arma de resistencia.
Lo que es importante para
nosotros, es poder salir y hablar
con la gente que tiene otras ex¬
periencias, es una gran ayuda
para que la mujer, a nivel scx'ial.
vaya tomando conciencia de su
situación de mujer.
mujer. En cambio en nuestro
país, si bien la mujer cumple las
funciones del patriarca, no están
contempladas sus reivindicacio¬
nes como mujer y como campe¬
sina, y menos aún tiene posibili¬
dades de opinión y de poder en
los ámbitos de decisión.
—¿Cual e§ la participación de
la mq|er a nivel §indical?
—El índice de sindicalización
en el Paraguay es del 2.5%. Toda
la política ha sido de represión a
toda forma de organización. En
1958 se realizó la última huelga
general, y a partir de allí la dic¬
tadura copó la Confederación
Paraguaya de Trabajadores. Re¬
cién hace un año, en un 1° de
mayo, se crea el Movimiento In-
tersindical de Trabajadores c
no llega a reunir más del 1% u/
total de trabajadores del país.
En la plataforma del MIT no
existe ninguna reivindicación es¬
pecífica de la mujer, pero en sus
dos sindicatos más fuertes (el del
comercio y el bancario) existen
grupos de mujeres con un traba¬
jo constante de denuncias sobre
todo con respecto al acoso sexual
que sufren las trabajadoras. Y si
bien hay mucha participación de
la mujer en las asambleas, este
porcentaje se reduce en las
tareas permanentes y en los ni¬
veles de dirección.
%
¡Nos mudamos!
Nuestra nueva dirección a par¬
tir del 1° de agosto es:
Jackson 1270 - Apto. SSIOI
Teléf.: 403709
Cotidiano Mujer es una publicación
mensual del Colectivo Editorial
Mujer.
Directora Responsable: Elvira Luiz
Colectivo de Redaccióni Lilián
Abracinskas, Brenda Bogliaccini.
Lilián Celibeni, Elenai^onseca.
Elvira Lutz
Colaboradoras Permancntott
Anna María Coluzzi, Mirta Peggo,
Ivonne Trías
Colaboraron en este número:
Fany Puyeski, Sara Méndez,
Silvia Bclbusi.
Espacio Abierto:
Grecmu, Plemuu. Umu
Diseño: Ma. Laura Bulanti
Diagramackin; Brenda Bogliacini.
Silvana González, Ivonne Trías.
Dibujos: Pilar González. Anahí M.
Manovsky. Lala Severi.
Fotografía; Estela Peri.
DIrei'elon:
Jackson 1270- Apto. SSIOI
Telét.: 40370^
Impresión: Petirossi Hnos.
C'oojK'r 222Ú.
IX'pósiio Legal 20LK)"’
Kegisiio Carpeta n. % 85-4(>82
A la Asociación de Mujeres
Nicaragüenses
E n el marco de este número dedicado a los derechos huma¬
nos, queremos unir nuestra voz a la de nuestras her¬
manas nicaragüenses que trabajan hoy en la búsqueda de
Paz para el desarrollo de su pueblo.
Como mujeres que damos la vida y la ayudamos a desarro¬
llarse, odiamos la guerra que la destruye. Pero también como
mujeres que vivimos y sentimos la opresión y la violencia, denun¬
ciamos y combatimos a aquellos que oprimen y violan los
derechos humanos de nuestros pueblos. Por eso como mujeres
consideramos que no habrá Paz mientras existan quienes pre¬
tendan ejercer el poder y la dominación sobre otros. No habrá Paz
mientras no exista el respeto incuestionable por los Derechos
Humanos.
Espacio Abierto
Mq/eR
Con mujeres como estas
¿quién puede dudar
que es posible cambiar?
Etjóbado 5 de Julio ef, la casa nueva de! PLEMUU. un centenar de mujeres de los grupos del Interior
y de Montevideo se encontraron para hablar sobre un antes y un después en su vida cotidiana. El antes
empieza a quedar como recuerdo lejano, y por qué no, doloroso, y el después ya no es después
sino ahora, poblado de cambios y realidades disfrutables y compartidas.
Hubo informes, teatro, risas y algunas lágrimas. Fue un ^'lugar de mujer ’multiplicado, en el que
Pttrticipó hasta una murga de mujeres que cerró su actuación cantando:
Hay un refrán conocido /y perdóname que insista / no hay mal que dure cien años / ni mujer
que lo resista ’ ’.
Encuentro sobre la vida cotidiana del PLEMUU
L OS grupos de mujeres del
PLEMUU inauguraron
un nuevo espacio duran¬
te la dictadura y han logrado
mantenerlo en democracia.
Ha crecido la conciencia a tra¬
vés de la propia práctica de que
las organizaciones sociales no
son espacios alternativos para si¬
tuaciones de crisis sino que,
desde ellas, se participa política¬
mente y constituyen instancias
esenciales en los proyectos de
cambio, en democracia, para
profundizarla.
Se viene afirmando una nueva
identidad mujer-grupo-barrio-
comunidad a través de pequeños
y grandes saltos que alimentan
una perspectiva ideológica poco
transitada por las respuestas po¬
lítico-partidarias. Lo personal es
político y tiene contenido trans¬
formador más allá de lo perso¬
nal. la revolución de lo cotidiano
es un puente para un cambio en
la calidad de vida.
La conciencia de género pros¬
peró en los grupos PLEMUU a
partir de la reflexión y comuni¬
cación de las propias mujeres.
La conformación de los gru¬
pos en su heterogeneidad social,
^ cultural e ideológica facilitó el
^ reconocimiento de un eje común,
el ser mujeres.
Si las amas de casa creían que
eran discriminadas sólo por ser¬
lo comprendieron que las obre¬
ras, las profesionales y las estu¬
diantes, también lo eran. Si éstas
o las mujeres políticas creyeron
que estaban fuera de la cuestión
por no sentirse “atrapadas en el
hogar”, se vieron igualmente in¬
volucradas.
“El 19 cumplimos un año de
dura lucha, lucha de un grupo
de mujeres de distintas ideas po¬
líticas y religiosas que hemos sa¬
bido trabajar unidas, porque el
fin nos es común. Invitamos a la
mujer palmirense a reunirse y a
‘ reflexionar ya que, escalón más
' arriba o más abajo, vivimos la
misma suerte, la lucha diaria de
mantener en pie a nuestra fami¬
lia, porque somos el eje de nues¬
tros hogares. Nuestro compro¬
miso ante la vida es mucho, por¬
que no sólo creamos vida, sino
que podemos cambiarla. Nues¬
tra reflexión es apoyémosnos
porque nos une nuestra condi¬
ción de mujer” (Nueva Palmira).
La vida de las mqjeres de los
grupos ha empezado a cambiar y
se traduce en un replanteo de la
responsabilidad doméstica y de
allí “saltan” a un cambio de en¬
foque general de la vida.
“Hemos cambiado en las co¬
sas de todos los días... ponemos
límite al trabajo...” (Florida).
“Hay compañeras que se sien¬
ten más seguras desde que*están
en el grupo para enfrentar a la
familia. Una compañera, que el
esposo no quería saber de reu¬
niones, ni que saliera de la casa y
que le llegó el momento de la li¬
beración y le dijo, bueno m’hiji-
to, yo todos los días te espero con
el mate y tengo que estar siem¬
pre cuando tú vienes. Se termi¬
nó, voy a salir y a reunirme con
las demás mujeres, a ver si lo¬
gramos hacer algo...” (Treinta y
Tres).
Antes nos sentíamos un ob¬
jeto más dentro de la casa, aho¬
ra no” (Mesa 3).
No es fácil, el cambio en lo do¬
méstico trae conflictos.
“En el medio no somos bien
vistas, porque dicen: estas locas
se van a reunir y quién sabe de
qué hablan” (Treinta y Tres).
Tras el conflicto, el logro con¬
creto, palpable, visible, disfru-
table.
“Yo logré que mi esposo fuera
a buscar la leche, a comprar
carne”.
“Me incluyó en la sociedad
del taller” (Treinta y Tres).
“Ella ahora volvió a estudiar,
va al liceo y él se ocupa de la
casa” (Treinta y Tres).
Las mqjeres en los grupos
comprendieron la necesidad de
informarse.
“Yo, el rato que estoy en casa,
es de mañana, pero mi marido
también y él está acostado con la
radio y tenemos una radio sola.
Yo le dije, me voy a comprar una
radio y voy a andar con ella col¬
gada” (Treinta y Tres).
“Lo que más me satisface es la
participación de mi marido y
mis hijos en la casa. El continuo
hablar y hacerles ver que la casa
no es de una sola, sino de todos
los que están viviendo y que las
cosas hay que compartirlas, tan¬
to sea para comer como para
trabajar” (Colón).
“Lo que más me gusta de mi
esposo, ahora, es que usa las
mismas palabras que yo. Cuan¬
do yo no estoy y él queda con los
chiquilines, les dice: hay que co¬
laborar, que yo acá en casa no
vivo solo” (Colón).
El hecho de haber promovido
cambios, no sin conflicto, en
el ámbito hogareño, impulsa a
las mi^eres a seguir adelante.
Asumen y fortalecen un “esta¬
do de alerta” en lo que tiene que
ver con su condición, que tras¬
ciende lo familiar y salta al
barrio, al trabajo, al sindicato y
a los partidos políticos.
“Una de las cosas que nos pa¬
sa , es que tenemos el tema de la
mujer en la punta de la lengua
siempre... Muchas veces se ríen y
apenas empezamos a hablar nos
dicen: ¡ya empezaron con el te¬
ma de la mujer?” (Pocitos).
“Estamos mucho más alertas
a todo, en las películas, en la
propaganda, que antes se nos es¬
capaban muchas cosas que nos
querían “enchufar”. Ahora co¬
mo que paramos y decimos no”
(Pocitos).
“Yo soy maestra y había te¬
mas que no trataba y no les daba
importancia. Por ejemplo, el día
del trabajador, los niños hablan
siempre que papá trabaja y la
mamá no. Y eso es lo que les en¬
señábamos, ahora sin darme
cuenta, les enseño que la mamá
cuando amasa, está trabajando.
Lo mismo con Varela, siempre lo
había dado y nunca había dicho
que le había dado importancia a
la educación de la mujer. Y aho¬
ra se ve que les quedó y cuando
les preguntan: ¿qué hizo Vare-
la? Contestan, hizo que las mu¬
jeres pudieran estudiar, que fue¬
ran a la escuela. Se ve que les
llamó la atención, porque nunca
nadie se los había dicho” (Flo¬
rida).
A partir de lo doméstico, el
hombre aparece como “aliado
necesario” y no como enemigo,
aunque sí como responsable si
no comparte el proyecto de
cambio.
Este incluir a los hombres en
la propuesta de cambio ha resul¬
tado eficiente en la práctica
transformadora.
“Mi compañero es bastante
compañero y me apoyó mucho
en esto de liberarme” (Colón).
“Ahora tengo más argumen¬
tos para convencerlo. Yo siem¬
pre le decía, pero él encontraba
un pero, y yo me quedaba sin
saber qué responder. Ahora ten¬
go argumentos y podemos con¬
versar” (Colón).
“Mi esposo era único hijo y
jamás hizo nada. Era el niño de
la casa, así lo habían educado.
Ahora cambió, ya no es el niño.
Nos cuesta a los dos, yo por un
lado, porque veo la injusticia de
que yo tenga que hacer las cosas.
y él como nunca hizo nada y
ahora tiene que hacer, le cuesta
pila, pero hace” (Colón).
Es significativo el nacimiento
de un nuevo discurso desde la
mqjer, espontáneo, Joven, fresco,
y en ocasiones aún contradic¬
torio.
Las contradicciones surgen en
relación directa con las propias
contradicciones que tiene el pro¬
ceso de cambio que protagoni¬
zan. El proceso no es acabado,
está plagado de conflictos, tiene
marchas y contramarchas.
“En teoría, muchas veces nos
es fácil aceptar los cambios y ver
lo bueno que es cambiar, pero es
más difícil cuando queremos
bajar a la realidad de todos los
días” (Pocitos).
“Nuestro proceso a nivel de
cabeza ha sido mucho más rápi¬
do, y por ahí hemos sido menos
coherentes en el manejo del día a
día” (Pocitos).
“Tenemos que cuidamos, por¬
que a veces sin darme cuenta
largo alguna cosa que es tremen¬
damente machista en el fondo, y
me dicen: estás siendo más
machista que yo que soy hom¬
bre” (Pocitos).
El rechazo a la participación
femenina en lo decisorio alcanza
ámbitos insospechables.
“La cooperativa es igual o
peor que los pueblos, cuesta mu¬
cho reunir a las mujeres. El coo¬
perativista se acostumbró a tra¬
bajar en conjunto, pero hay es¬
tatutos y reglas que las ideó y
manejó el hombre, a la mujer le
cuesta un poco. La mujer cola¬
bora, pero a levantar paredes”
(Mesa 3, Sayago).
El grupo da seguridad, nos
ayuda a crecer como personas.
Al principio las propias mujeres
dudan: “Yo soy nuevita en el
PLEMUU. Cuando vi que frente
a mi casa había un cartel que
decía: PLEMUU, AMAS DE
CASA, y yo dije, bueno, voy a ver
qué es y pensé: ¡qué aburrido,
sólo mujeres! Y después de a
poco me fui dando cuenta” (Sa¬
yago).
“Asíempecé, soy nueva. Cuan¬
do tuvimos los talleres de sexua¬
lidad, para mí fue muy impor¬
tante, me hicieron sentir perso¬
na. Yo desde la mañana parece
que no existo, me voy a la feria,
me voy a sacar una orden, al tra¬
bajo, después a una reunión, es
como que no existo, soy como
una máquina. Cuando me dije¬
ron, vamos a tomarnos las ma¬
nos y cerrar los ojos, yo pensé: al
fin me encontré, soy una perso¬
na” (Sayago).
El grupo afirma la solidaridad
entre las mqjeres. Esa solidari¬
dad tan inexistente en el mundo
de los hombres y tan necesaria
para fortalecer el movimiento de
mujeres.
“Ya no somos tan simplistas
para juzgar a otras que no viven
como nosotras, que aún no viven
en este nuevo estilo que nosotras
estamos queriendo vivir e im¬
plantar en la sociedad. Nos
damos cuenta que el problema
es mucho más global de lo que
habíamos pensado, que no es
sólo la opción de la vecina hecha
por ella, sabemos que hay razo¬
nes más profundas. Hay armada
una estructura mucho mayor y
por eso creemos que no debemos
atacar. Las que tuvimos la suerte
de encontrar al PLEMUU. tene¬
mos que darles una mano y en
nuestras vivencias de todos los
días hacia el barrio, hacia las
amigas, hacia el trabajo, gritar
más fuerte para ayudar a aque¬
llas que no han vislumbrado un
cambio aún” (Pocitos).
“Tendríamos que andar con
un megáfono en las casas, en los
balcones, en las calles” (Colón).
“Nos sentimos má solidarias,
si hay una que tiene problemas,
ahí corremos todas” (Treinta y
Tres).
Si atendiéramos hoy al espacio
político tradicional, la situación
de la mujer uruguaya, parece no
haber cambiado. Creemos, sin
embargo, que a pesar de los im¬
pulsos y frenos que revelan estos
testimonios, las condiciones pa¬
ra el cambio están planteadas.
Los grupos de mujeres están
transitando un terreno inexplo¬
rado, están cuestionando y apos¬
tando a un proyecto que incluye
a las mujeres y apunta a una ca¬
lidad de vida distinta y mejor.
Y lo que es más significativo,
el PLEMUU constituye hoy una
realidad organizativa desde las
mujeres, que fortalece la convic¬
ción de que es posible el cambio
y que las instancias del mismo
no son ajenas sino que exigen el
protagonismo de las mujeres
desde sus organizaciones.
Plenario de Mineras dd Uraguay
MCyeK
Espacio Abierto
Cuando se quiso usar
a la mujer como gatillo
E n estos últimos años, las mujeres
de San Javier, volvieron a repetir
la imagen histórica de la mujer
rusa, descripta por Máximo Gorki, en su
obra: “Mi infancia”, donde el rol de la
mujer, trasciende el tiempo del hombre,
siendo justamente ella el elemento de
permanencia en la sociedad y en la fami¬
lia, cumpliendo múltiples roles y divi¬
diendo su tiempo entre el sembrado y
arado de la tierra, el cuidado de sus hijos
y todo tipo de trabajos, que permitiera el
mantenimiento del medio social.
La población de San Javier, constitui¬
da en su mayoría por rusos y descen¬
dientes de rusos, fue objeto, durante la
dictadura, de una feroz persecución de
tipo racial.
La mayoría de sus mujeres, tuvieron a
sus compañeros, hijos, padres, sobrinos,
etc., presos y fue justamente la imagen
de esa mujer, la que se usó como instru¬
mento de coacción y tortura para sus
propios familiares.
En permanente lucha, la mujer de San
Javier, demuestra definitivamente la
mala fe del poder de tumo, cuestionan¬
do permanentemente: ¿Cómo es posible
que, si se interroga a quien supuesta¬
mente no tiene sentimientos humanos,
se trate de explotar su vinculación con
sus afectos, con sus esposas, madres,
hijas?... ¿Por qué se usaba a la mujer
como gatillo, como disparador?...
Como madres, debieron afrontar pre¬
guntas infantiles, sumamente dramáti¬
cas, citando como ejemplo, la pregunta
de un niño de 10 años, que, ante la pre¬
sencia de 3 recién liberados, pregunta a
su madre: Mamá, ¿por qué los convirtie¬
ron en judíos?... Una «emana antes, el
niño había visto una película del proceso
nazi.
También cabe destacar que las opor¬
tunidades socioeconómicas que normal¬
mente nuestra sociedad ofrece a la mu¬
jer, suelen ser muy poco dignas de cré¬
dito a ningún nivel.
Cuando las mujeres de San Javier,
salen a ganar, con su sacrificio, un alivio
económico a las condiciones de sus pre¬
sos. se piensa en forma sistemática y en
no pocos interrogatorios, que el dinero
para comprar ese alivio proviene de
fuentes muy poco lícitas.
Era como si sólo la prostitución fuese
capaz de soportar el peso económico,
siendo en realidad que las ausencias que
oprimían los sentimientos femeninos
obligaban a las mujeres a suplir con su
esfuerzo lacerante, el vacío dejado por la
injusticia.
Todos los procesos dictatoriales, se
basan en el machismo. Se tiene en cuen¬
ta a la mujer, sólo en sus funciones do¬
mésticas, a la sombra del hombre. Si se
tiene en cuenta los comunicados emiti¬
dos en nuestro país a lo largo de más de
una década, se advierte que fueron re¬
dactados por hombres para otros hom¬
bres, ignorando totalmente la imagen fe¬
menina.
Cuando una mujer concreta, María
Cristina Zabalkin de Roslik, salió a de¬
fender los derechos de su compañero
preso, fue mirada en Montevideo.por
las autoridades de turno, con una mez¬
cla de odio y miedo a la vez.
El hecho de que esa mujer haya po¬
dido llevar a cabo ciertas reivindicacio¬
nes fue debido en gran parte a la ruptura
de los esquemas machistas. Una mujer
que ante un par de galones grita: “Si
ustedes quieren que yo no hable de esto,
mátenme ahora y aquí...“, asume el ca¬
rácter de mujer y madre universal y pue¬
de, como en nuestro caso, maniatar a
todo un Estado Mayor.
Cabe destacar que esta mujer, logró
apoyarse, en una primera instancia, en I
un grupo de mujeres, algunas de ellas,
casi niñas, que unieron sus voces para I
que el mundo se enterara de la injusticia
cometida. Ellas fueron las que, mientras
María Cristina Zabalkin de Roslik,
reclamaba a gritos el cuerpo de su espo¬
so, en los propios locales del ejército,
dieron el alerta en los medios de prensa e .
Instituciones de Derechos Humanos,
como un primer paso de una difusión a
nivel nacional e internacional, de un
hecho que fue el símbolo del resquebra¬
jamiento de la dictadura. '■
La imagen de este ser, desconcertó a ^
muchísima gente; no era la imagen de la '
viuda llorosa, no entraba en los cánones
generales, donde las viudas lloran pasi¬
vamente, no luchan ni pelean activa¬
mente, ni cuestionan procesos ni culpa¬
bilidades.
Si nuestra Constitución decía que
“todo ciudadano es inocente hasta que
se demuestre lo contrario”, la dictadura
manejó dentro de nosotros un esquema
de valores que significó: “Todo ciudada- ’
no puede ser culpable aunque se de¬
muestre lo contrario”.
La sola presencia de esta mujer, en-^ |
frentada a este valor absurdo, contradi-"
ciándolo, neutralizándolo, fue capaz de
abrir no pocas conciencias cerradas du¬
rante años, por una trama perfectamen¬
te estudiada, para lograr que la solidari¬
dad, la justicia y la dignidad, fuesen
valores de otro planeta.
Silvia Belbuzi
Por una ley sobre Canasta Familiar
al alcance del pueblo
C UANDO las amigas de Cotidiano me pidieron una nota sobre la Canasta Familiar
pensamos que para entonces el proyecto de ley habría sorteado la Cámara de Di¬
putados. Pero no fué así. Esto nos plantea dos cosas, una primera sobre la
situación actual y otra sobre qué debemos hacer las mujeres. Luego de meses de poster¬
gación y de expectativa comenzó en julio la discusión del Proyecto de Ley sobre Cana:.ta
Familiar presentado por el FA y el Partido Nacional en la Cámara de Diputados con la
presencia en las barras de mujeres pertenecientes a distintas organizaciones. En su
extenso y documentado informe, el miembro informante, el diputado J. P. Ciganda des¬
tacó las entrevistas que tuvieran con la Comisión de Hacienda la UMU y grupos de amas
de casa.
Como se recordará el proyecto crea las posibilidades de una rebaja sustancial de
una serie de productos alimenticios que aseguren una alimentación con valores nutri¬
tivos básicos, rebaja de artículos de higiene y querosene indispensables en el hogar.
Iniciada la discusión en la Cámara se realizaron extensos debates en varias sesiones con
participación de legisladores de las distintas bancadas. Los representantes del Partido
Colorado se oponen al Proyecto. Y como lo fuera ya en el tema del aumento a los jubila¬
dos, la política económica del gobierno ha sido centro de la discusión, pues al decir de un
diputado: “sería difícil comprender la actual situación de crisis y de marginamiento de
importantísimos sectores de la población, sin discutir la orientación económica del
gobierno, responsable en gran medida de esa situación”.
¿Podemos las mujeres sentirnos conformes con el tratamiento del proyecto? Este está
en danza hace ya un año largo durante el cual siguió la espiral de aumentos. El Proyecto
todavía no salió de la Cámara de Diputados, deberá luego ir al Senado y luego al Poder
Ejecutivo.
Hay una experiencia histórica insoslayable de ayer y de hoy: la movilización, la pre¬
sencia tenaz, tesonera de los sectores populares es indispensable para la conquista y
defensa de sus derechos y de la democracia. Hoy tenemos el ejemplo fresco de los jubila¬
dos cuya constante, infatigable lucha logró se reconocieran sus derechos y percibir el
aumento del 107.7% sobre sus pasividades sin exclusiones.
Las mujeres que en forma tan directa sufrimos la carestía, la ausencia de una ley
sobre canasta familiar debemos unirnos y ponernos de manera decidida al frente de este
combate popular que es una manera de luchar por un salario real más eficiente, luchar
contra la subalimentación —uno de cada tres niños que se atiende en Salud Pública está
desnutrido—. Subalimentación que se extiende como una plaga maldita sobre millares
de hogares debilitando las defensas orgánicas de sus integrantes, hipotecando el futuro
saludable, la capacidad física y mental de los niños, es decir de los futuros constructores
de nuestra Patria.
La UMU desde estas páginas hermanas de Cotidiano invita a las organizaciones, a
las mujeres en general a que coordinemos acciones por una ley sobre canasta familiar al
alcance del pueblo. Unión de Mi^erci Uruguayai
Curso de capacitación
del GRECMU
V EINTICUATRO mujeres pertene¬
cientes a distintos grupos organiza¬
dos de Montevideo y del Interior
del país, participan de un Curso de Capa¬
citación que GRECMU (Grupo de Estu¬
dios sobre la Condición de la Mujer en el
Uruguay) viene desarrollando desde el mes
de junio.
A partir de tres áreas temáticas, —la
mujer en la historia, en la familia y en el
trabajo—, dicho Grupo se plantea la dise¬
minación de los resultados de sus investi¬
gaciones sobre la situación de la mujer en
el Uruguay, con el objetivo de compartirlos
con otras mujeres y así “colectivizar” y re¬
producir esos conocimientos.
El curso tiene una duración de tres me¬
ses con una sesión semanal y está subdivi-
dido en tres módulos que corresponden a
cada uno de los temas mencionados.
La transmisión de los contenidos se rea¬
liza en base a una nueva propuesta meto¬
dológica que comprende docencia y ani¬
mación grupal. Se encara la docencia
como una actividad que involucra a quien
entrega y a quien recibe, en una dinámica
ágil y participativa. y se busca a través de
la animación, que las participantes pue¬
dan ir incorporando herramientas apro¬
piadas que les permitan retransmitir den¬
tro de sus grupos los conocimientos adqui¬
ridos.
El uso de algunos materiales de apoyo
(audiovisual, cartillas, papelógrafos.audio,
etc.) complementan la dinámica de traba¬
jo, la que en forma abierta, también ha in¬
corporado otras actividades no previstas
inicialmente. De esta manera, en una de
las sesiones se contó con la presencia de j
Gabriela Pischedda, encargada del trabajo
con la mujer en CEAAL —Centro de Edu¬
cación de Adultos para América Latina—
y especialista en metodologías de trabajo,
quien compartió el trabajo de animación.
También se instrumentaron ejercicios
de relajamiento corporal, entre la prime
y la segunda parte de cada sesión para in
corporar otra dimensión en las activida¬
des, dimensión que las mujeres solemoí^
descuidar. Estos ejercicios se concretare^
gracias al aporte de los conocimien^
técnicos de una de las participantes.
Para las integrantes del GRECMU ^
para las mujeres que participan, esta f
periencia está resultando enriquecedora^
va que de lo que aquí se trata no es léio dc^
aprender sino también de conocernos a
nosotras mismas.
Cuando las mujeres nos reunimos, a pe¬
sar de las dificultades iniciales que nos tra¬
ban, logramos establecer una comunica¬
ción muy rápida al sentimos entre iguales.
Las mujeres estamos tan carentes de ámbi¬
tos propios para nuestra realización, quc¡
basta que algo nos motive para que todo el I
caudal creativo dormido en nosotras co¬
mience a surgir.
Este curso nos está ayudando a recorrer
nuevos caminos y así ir descubriendo nues¬
tras potencialidades reales.
GRECMU